Conforme el progreso de la ciencia y las áreas tecnológicas se vuelven palpables en nuestra vida cotidiana, se torna fácil concebir que el saber humano tome vuelos formidablemente altos en beneficio de un entendimiento elevado de la naturaleza y sus fenómenos. De ahí que observemos en nuestra actualidad una sociedad que —gracias a los avances de la ciencia y la tecnología— pueda descubrirse a sí misma y a su vez conquistar progresivamente todo un conjunto de conocimientos al servicio de la colectividad. Es por eso que en los últimos años el ámbito académico ha planteado nuevas estrategias que estrechen lazos entre la variedad de estudios comprendidos por el ser humano.
En este sentido, la comunidad científica se ha apropiado de una variedad de concepciones que explican la relación inherente entre una y varias disciplinas. En particular, de ahí nacen la transdisciplinariedad, la interdisciplinariedad y la multidisciplinariedad. Esta última (de la que hablaremos principalmente) puede entenderse como una combinación de un conjunto de saberes especializados que permiten atender ciertas ideas y exploraciones semejantes entre el conocimiento clasificado, sin abandonar ni mezclar las metodologías propias de cada disciplina. Es decir, la multidisciplinariedad concibe una serie de vías afines a un paradigma establecido y que caminan vinculadas en búsqueda de nuevos descubrimientos.
¿Qué son la «disciplina» y el «enfoque multidisciplinario»?
Primero es necesario explicar el significado de estos dos términos, a manera de premisas para comprender mejor lo que se verá expuesto a continuación. En primera instancia, aquello que llamamos «disciplina» se entiende como un conjunto de saberes que pertenecen a una condición organizacional, es decir, que se limitan a un campo de estudio específico conforme a sus principios básicos y generales. Por ejemplo, una disciplina tan conocida como la biología se encarga de estudiar todo aquello que esté relacionado con los seres vivos y sus respectivos procesos biológicos encontrados en la naturaleza.
Por otra parte, un «enfoque multidisciplinario» se puede entender como una orientación investigativa que pretende —por decirlo de algún modo— abordar su objeto de estudio desde distintos focos de atención; es aquí donde las diferentes disciplinas requeridas asumen un papel importante para desarrollar una metodología conveniente y llevar a una conclusión satisfactoria algún proyecto relacionado al campo científico o académico.
Primeras nociones de multidisciplinariedad
En el pasado siglo XX, algunos intelectuales y académicos comenzaron a dilucidar y reflexionar respecto a la relación entre diversas disciplinas en pos de los avances tecnológicos y los medios en masa. Así también, estos estudiosos despertaron ciertas expectativas al predecir un nuevo orden académico: una sociedad que negara un sendero unilateral (aceptado desde hacía varios siglos) para acceder al conocimiento profundo, que en lugar de ello optara por un procedimiento distinto, recorrer globalmente los saberes científicos y humanísticos en favor de un entendimiento panorámico de las indagaciones y los paradigmas propios de la razón.
El filósofo canadiense Marshall McLuhan relacionó la alianza entre el avance tecnológico y el conocimiento humano cuando escribía en su libro Comprender los medios de comunicación: «Nos estamos acercando rápidamente a la fase final de las extensiones del hombre: la simulación tecnológica de la conciencia, por la cual los procesos creativos del conocimiento se extenderán, colectiva y corporativamente, al conjunto de la sociedad humana, de un modo muy parecido a como ya hemos extendido nuestros sentidos y nervios con los diversos medios de comunicación». Por ende, es así que el reciente alcance global de los medios informativos genera un ensamblaje idóneo para el trato multidisciplinario entre las distintas ramas de la ciencia y las humanidades.
Asimismo, otros intelectuales entusiastas en torno a este fenómeno han reflexionado sobre la naturaleza de dicha interconexión entre las disciplinas a través de conceptos semejantes. De este modo, el psicólogo francés Jean Piaget hablaba de la transdisciplinariedad como una conveniente unión entre diferentes disciplinas con la finalidad de enganchar el conocimiento disperso, generando así una integración del saber. Así también, el pensador francés Edgar Morin confiere a la interdisciplinariedad la calidad de espacio donde se introducen distintos saberes especializados con la finalidad de articular un propósito específico en alguna labor investigativa. Morin lo explica a manera de analogía: «La interdisciplinariedad puede significar pura y simplemente que diferentes disciplinas se sientan en una misma mesa, en una misma asamblea, como las diferentes naciones se reúnen en la ONU sin poder hacer otra cosa que afirmar cada una sus propios derechos nacionales y sus propias soberanías en relación a las usurpaciones del vecino».
La multidisciplinariedad en la innovación
Como hemos sabido recientemente, los nuevos proyectos relacionados al área técnica y especializada requieren cada vez más de la coalición de las distintas ramas de la ciencia y los estudios sociales. Es así que los adelantos tecnológicos se asumen como una conjunción de múltiples procedimientos de trabajo e investigación en favor de la elaboración de servicios y productos originales e innovadores. Ante este nuevo y fructífero panorama, aun así se vuelve necesario promover en mayor grado los beneficios en el desarrollo de proyectos con enfoques multidisciplinarios en instituciones educativas y científicas ajenas a la vanguardia de la innovación y la creatividad.
Podemos encontrar ejemplificados distintos casos donde la multidisciplinariedad (y sus respectivas concepciones hermanadas: transdisciplinariedad, interdisciplinariedad) se vuelven palpables en nuestra vida cotidiana. Cuando asistimos a un hospital, encontramos un gran número de especialistas en distintas áreas de la medicina: en un individuo que padece algún tipo de diabetes pueden trabajar en alianza cardiólogos, neurólogos, endocrinólogos, entre otros. Incluso, los laboratorios cumplen su función a partir de la complicidad entre biólogos, químicos y, en menor grado, físicos-matemáticos. En nuevos e innovadores espacios, tales como los talleres de alta especialización, se requiere la colaboración de informáticos e investigadores especializados en el área tecnológica para llevar a cabo proyectos que fomenten la creatividad y la innovación. Esto vuelve a la actividad multidisciplinaria un semillero de futuros avances y mejorías en distintos ámbitos como la salud, la calidad de vida, el mercado tecnológico, la conservación ecológica, entre otras cuestiones.
De este modo, en una sociedad que ha comenzado a caracterizarse por un rápido modelo de desarrollo y una desmedida conjunción de labores —a un nivel individual e institucional—, se vuelve importante considerar la asociación entre las ciencias y las disciplinas sociales para concebir correctamente aquellos proyectos relacionados con la innovación y la tecnología. Si se logra tal propósito, podremos abordar y convivir favorablemente en un mundo socializado y vanguardista.
Andrés Márquez (Comunicación y Difusión, PIT-UAS).