Cuando hablamos de emprendimiento —que no emprendurismo ni emprendedurismo ni tampoco emprendeduría— pensamos en osados y creativos individuos que, por muy difícil o prácticamente imposible que parezca, logran tener éxito en el desarrollo de sus ideas al llevarlas satisfactoriamente a los mercados económicos. Y entre estas personas probablemente uno de los más famosos emprendedores de los últimos tiempos sea Steve Jobs (millonario a los 26 años). Al director ejecutivo de Apple debemos agradecer su visionaria intuición de mercado, que contribuyó en gran medida a que las monstruosas e inaccesibles computadoras de los setentas se convirtieran en las hoy tan imprescindibles y versátiles computadoras personales que podemos encontrar en muchos hogares y oficinas.
Actualmente es difícil no escuchar sobre el emprendimiento, existen instituciones, revistas, canales de YouTube y otras redes sociales dedicados a propagar dicha estrategia de desarrollo económico y forma de vida; incluso hay programas de educación básica que forman a los pequeños según la llamada educación en emprendimiento (EE). ¿Pero cuándo y dónde se aprende a ser un estudiante emprendedor?, ¿qué tan efectivo es orientar los programas educativos hacia la formación de una cultura emprendedora?, ¿qué importancia tiene para la sociedad que haya emprendedores? Éstas y otras cuestiones son las que abordaremos este Miércoles de Ciencia Tecnología e Innovación.
La educación en emprendimiento antes de la universidad
Ante los significativos cambios traídos por la globalización y los imperativos de la economía basada en el conocimiento (EBC), en 2000 la Unión Europea (UE) planteó un plan de acción conocido como la Agenda de Lisboa, donde se recogían lineamientos encaminados a adaptarse a la nueva realidad global y a convertirse en la EBC «más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer económicamente de manera sostenible con más y mejores empleos y con mayor cohesión social». Cobraron así importancia político-económica tanto el emprendimiento como la EE. En países como Alemania surgieron iniciativas orientadas a inculcarles a los estudiantes universitarios el autoempleo como una alternativa vocacional, en vista del difícil y estrecho panorama laboral nacional e internacional. En México, recientemente se ha comenzado a jugar incluso con la noción de implementar experiencias educativas para trabajar temas de emprendimiento con niños de nivel básico; estrategia que ya se había trabajado antes en otros lugares del mundo.
A inicios de la primera década del siglo XXI existía muy poca investigación rigurosa sobre sus efectos, no obstante investigadores y educadores ensalzaban abiertamente los supuestos beneficios de la EE. Pero ya desde entonces se reconocía el deseo de participar en programas de EE expresado por estudiantes de educación primaria y secundaria; incluso había quienes sostenían que eran precisamente los años de infancia y adolescencia los mejores para fomentar una actitud positiva hacia el emprendimiento. Así y todo, un estudio de 2003 reveló que estudiantes australianos de educación media estaban más preocupados por cómo dirigir sus estudios y experiencias laborales que por la factibilidad de convertirse en autoempleados, dado que percibían el iniciar su propia empresa como algo aún muy remoto.
Los retos para fomentar la cultura emprendedora en la universidad
Por lo que respecta a la educación superior, de acuerdo con la Encuesta Global Universitaria del Espíritu Emprendedor Estudiantil (Global University Entrepreneurial Spirit Student’s Survey, GUESSS): se perciben más intenciones emprendedoras en hombres que en mujeres; tener un contexto familiar emprendedor fomenta dicha ideología en el estudiante; entre los motivos personales para emprender destacan (en orden de importancia) realizar un sueño propio, tener un trabajo apasionante, libertad e independencia, así como el poder crear algo. Cuestión de suma importancia es que, a lo largo del reporte, se hacen evidentes las diferencias entre países desarrollados y naciones en vías de desarrollo, por ejemplo: en los primeros se da menos importancia a la realización de un sueño propio, en tanto que los segundos son los menos preocupados por el riesgo implícito en el emprendimiento.
En la mayoría de las instituciones de educación superior cuyos estudiantes fueron encuestados para la GUESSS, los resultados sugieren que el nivel y la presencia de la cultura emprendedora en las universidades son insuficientes, ya sea por la falta de fomento y apoyo de la propia institución educativa o por el desinterés del estudiantado. En el caso particular de países como México, no sólo es cuestión de falta de visión o formación de los propios maestros y directivos, sino que además debe hacerse frente a la falta de recursos. Es decir, vivimos en sociedades cuya gran mayoría de estudiantes universitarios sigue limitándose (o bien, siendo deliberadamente limitada) a roles sumamente tradicionales, ya sea por la misma naturaleza de sus elecciones de carrera o a causa de barreras ideológicas y presupuestales.
El lado social del emprendimiento estudiantil, más allá del afán de lucrar
A nivel mundial existen casos de éxito como el de los jóvenes estadounidenses Jonathan Goldman y Ava Anderson, millonarios antes de los treinta años de edad; él es fundador de Quantum Networks, compañía de mercadotecnia especializada en el comercio electrónico; ella, fundadora de Pure Haven Essentials, comercio electrónico dedicado a la venta de productos orgánicos para el cuidado personal y el hogar. También está el caso del joven mexicano Carlos Camacho, fundador de Ecoshell, empresa dedicada a la fabricación de empaques biodegradables. Pero no todo en el mundo del emprendimiento se trata de volverse millonario, también se puede «pensar fuera de la caja» para beneficio de la sociedad.
A World of Good es una organización híbrida que busca contribuir a la reducción de la pobreza mundial a través de canales de mercadeo minorista. BlinkNow reúne fondos para la casa hogar, la escuela, la clínica, el centro para empoderar mujeres y las diversas actividades para educación sobre sustentabilidad ambiental del proyecto nodal Kopila Valley (Nepal). The Future Project asiste, ofrece cursos y aplica técnicas culturales a fin de ayudar a fomentar tanto la voluntad como las habilidades de preparatorianos y mejorar la cultura de su escuela (Estados Unidos). Por mencionar apenas algunas de las muchísimas organizaciones sin fines de lucro que iniciaron a manos de estudiantes emprendedores.
Entonces, ¿emprender o no emprender?
¿Apoyos?, los hay: sólo hay que saber buscarlos y hacerse acreedor a ellos. Tanto a nivel internacional como nacional y estatal existen iniciativas muy bienintencionadas, dentro y fuera de las universidades. Tales son los casos de: los Premios Globales a Estudiantes Emprendedores (Global Student Entrepreneur Awards) de la Organización de Emprendedores (Entrepreneurs’ Organization), con una bolsa de $20 000 dólares estadounidenses en efectivo; el Sistema de Incubadoras de Empresas InnovaUNAM de la Universidad Nacional Autónoma de México, que brinda consultorías en las áreas de administración, aspectos legales y fiscales, diseño de imagen corporativa, finanzas y mercadotecnia; o el Spin UAS para la comunidad universitaria de la Universidad Autónoma de Sinaloa, que, además de consultorías, ofrece una modesta beca y asesoría para vincularse a fondos federales.
Ahora bien, independientemente de lo incierto de conseguir uno de estos u otros financiamientos, según las antes mencionadas GUESSS, la mayoría de los osados universitarios del orbe que se atreven a hacerlo siguen el patrón de «primero empleado, después emprendedor» —toma nota—. Al final del día, aunque se ha corroborado una disminución de intenciones emprendedoras en la mayoría de los países encuestados, e independientemente del innegable riesgo inherente a emprender un negocio propio, el mundo tiene estudiantes emprendedores para rato. Y, menos mal: porque son ellos, los emprendedores, quienes darán forma al mundo del mañana, ya sea que revolucionen el mundo empresarial o contribuyan a alcanzar los tan necesarios y urgentes cambios sociales. ¿Y tú, serás empleado o emprendedor?
Belem Ruiz (Edición y Comunicación, PIT-UAS)