La sequía es un fenómeno climático que ocurre cuando hay una disminución prolongada de las precipitaciones en una región, lo que afecta el suministro de agua para consumo humano, agricultura, fauna y ecosistemas en general. No es simplemente un periodo sin lluvias, sino una situación que puede durar meses o incluso años, provocando graves consecuencias sociales, económicas y ambientales.
En Sinaloa, la sequía ha afectado fuertemente al sector agrícola y ganadero, poniendo en riesgo cosechas y el acceso al agua potable en varias comunidades. Los niveles de las presas han bajado drásticamente y muchas familias enfrentan dificultades para abastecerse. Esta situación refleja la urgencia de tomar medidas tanto a nivel local como global para adaptarse y mitigar los efectos del cambio climático.
Por ende, cuando las temperaturas suben y escasea el agua, es vital buscar formas de refrescarnos que no agraven el problema. Ventilar los hogares de forma natural, usar ropa liviana y de colores claros, mantenerse hidratado con moderación y aprovechar las sombras de árboles o toldos puede ayudar a combatir el calor sin depender tanto del aire acondicionado, que además consume mucha energía.
La intensificación y frecuencia de las sequías están directamente relacionadas con el cambio climático. Las actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles, la deforestación y la sobreexplotación de recursos, están alterando el equilibrio del planeta, elevando las temperaturas y modificando los patrones de lluvia. Esto provoca más olas de calor, más incendios forestales y más regiones con escasez de agua.
Aunque la ciencia ha demostrado con claridad que el cambio climático es real y tiene efectos visibles como la sequía, aún existen personas y grupos que niegan esta realidad. Este negacionismo retrasa las acciones necesarias para enfrentar la crisis climática y pone en riesgo a millones de personas, especialmente en las zonas más vulnerables del planeta.
Frente a este desafío, es fundamental que todos asumamos un papel activo. Cuidar el agua, exigir políticas ambientales responsables, apoyar la educación ambiental y fomentar hábitos sostenibles son pasos concretos que podemos dar desde hoy. La sequía no es solo un problema del clima: es un llamado urgente a transformar nuestra relación con la naturaleza.
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