En una de nuestras anteriores entregas de Miércoles de CTI pudimos hablar sobre las empresas de base tecnológica o EBT y pudimos definirlas como “…negocios relacionados con cuestiones tecnológicas tales como desarrollos de software, investigación en biotecnología, aprovechamiento de energías renovables…” entre otras.
Generalmente hemos escuchado de distintos proyectos que han tenido su inicio y han sido desarrollados desde la academia, descubrimientos que aportan significativamente a la sociedad del conocimiento, en específico al mercado. En esta ocasión hablaremos sobre un modelo en el que se expresan las empresas de base tecnológica y ese son las Spin-Off o empresas derivadas.
De acuerdo a una publicación de la Universidad de Barcelona, se entiende por empresa derivada o spin off aquella creada para la explotación de productos o servicios que para su desarrollo demandan conocimientos o tecnologías generadas en la investigación académica.
Explica también que estas surgen de parte de investigadores con cualidades emprendedoras quienes deciden capitalizar dichas ideas siendo asesorados por la propia institución, surgiendo así las Spin-Off al ser estas derivadas de la universidad en la que comenzó el desarrollo.
En México existen distintos ejemplos de Spin-Off´s que se desarrollan y que han logrado incorporarse al mercado, de las cuales conoceremos algunas a continuación.
Biopolymex
Se trata de un grupo de científicos del Instituto de Biotecnología de la UNAM, campus Morelos, quienes lograron obtener un bioplástico útil para distintas aplicaciones en la industria y en la medicina, con los cuales se pueden crear implantes y desarrollar ingeniería de tejidos.
Dicho desarrollo cuenta con una patente en trámite, lo que ha llevado a la creación de la Spin-Off Biopolymex, una empresa de base tecnológica que participa de las ganancias económicas junto con la UNAM.
ROMASE
Esta empresa colabora con científicos de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, quienes realizaron una investigación que permite convertir residuos de origen animal en biogás para así generar energía eléctrica.
Dicha investigación derivó en el registro de una patente para proteger los “digestores” que se utilizan para convertir dichos residuos en energía. Éstos tienen una eficiencia del 85% para generar biogás y del 15% para generar composta orgánica.
Stelagenomics
Este caso menciona la aparición de dos logros casi simultáneos, pues al obtener su doctorado en biotecnología en plantas, una investigadora del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) también pudo comenzar su empresa con la cual buscan disminuir el consumo de fertilizantes y de herbicidas empleados en la agricultura moderna y así reducir los costos de producción, así como los impactos negativos que dichas sustancias tienen en el ambiente.
Los tres ejemplos anteriores relatan y resaltan la dedicación de científicos e investigadores que, a través de sus descubrimientos obtenidos en el laboratorio, crean emprendimientos de base tecnológica que logran impactar positivamente en el desarrollo de la sociedad e impulsar la economía basada en el conocimiento. Muestran así, que la tecnología obtenida en sus ámbitos de estudio puede ser también de beneficio para el interés general.
Jesús Moroni Arellano (Comunicación y Difusión PIT-UAS)