El fenómeno de La Niña es un patrón climático que ocurre en el Océano Pacífico y tiene efectos significativos en el clima global. Se caracteriza por temperaturas superficiales del mar más frías de lo normal en el Pacífico ecuatorial central y oriental. Y es parte del ciclo natural conocido como El Niño-Oscilación del Sur (ENOS), que también incluye la fase cálida conocida como El Niño.
La Niña se desarrolla cuando los vientos alisios, que soplan de este a oeste a lo largo del ecuador, se fortalecen. Esto empuja las aguas cálidas de la superficie hacia el oeste del Pacífico, permitiendo que las aguas más frías y profundas asciendan en la región central y oriental del océano. Estos cambios en la temperatura del agua afectan a la atmósfera, alterando los patrones de precipitación y las corrientes atmosféricas en todo el mundo.
Los efectos de La Niña varían según la región, pero pueden incluir temperaturas más frías, aumento de las precipitaciones y mayor incidencia de fenómenos meteorológicos extremos como huracanes en el Atlántico. En algunas áreas, La Niña puede causar sequías, mientras que en otras puede provocar lluvias e inundaciones por encima de lo normal.
La National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) anunció en su reporte del 9 de mayo de 2024 que existe un 49 % de probabilidad de que el fenómeno de La Niña se desarrolle durante los meses de junio y agosto en el océano Pacífico, y un 69 % de que suceda en los meses de entre julio y septiembre de este año.
Y ya anunciado por dicha organización, las probabilidades de que se produzcan las condiciones de La niña superarán el 50-60% para el hemisferio norte a finales del verano y otoño. En ese sentido, en necesario prepararse para enfrentar los desafíos que presenta La Niña, es crucial adoptar medidas preventivas. Algunas de las acciones recomendadas incluyen:
- Establecer sistemas de alerta temprana en colaboración con autoridades ambientales.
- Realizar jornadas de limpieza en ríos y quebradas para prevenir inundaciones.
- Diseñar planes de comunicación para informar a la comunidad sobre los riesgos y las medidas preventivas.
- Mantener y mejorar la infraestructura de drenaje para manejar eficientemente el exceso de agua.
- Actualizar el inventario de recursos disponibles para responder a emergencias.
- Elaborar o ajustar planes comunitarios de gestión del riesgo.
- Sensibilizar y educar a la población sobre cómo actuar ante eventos extremos relacionados con La Niña.
La preparación y la respuesta proactiva son esenciales para minimizar los impactos negativos de La Niña. Las comunidades, gobiernos y organizaciones deben trabajar juntos para implementar estas acciones y asegurar la resiliencia frente a este fenómeno natural recurrente. Con información precisa y una planificación adecuada, es posible reducir los riesgos y proteger tanto a las personas como a los ecosistemas afectados por los cambios climáticos asociados con La Niña.
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