La historia y la ciencia tienen una gran relación con el Día Mundial del Donante de Sangre. Este evento, que se celebra cada 14 de junio, tiene como objetivo concienciar sobre la importancia de la donación de sangre y reconocer el papel vital que desempeñan los donantes de sangre en salvar vidas.
El plan de almacenar y donar sangre surgió a lo largo de la historia debido a la necesidad de tratar a personas que habían perdido grandes cantidades de sangre debido a heridas, cirugías u otras condiciones médicas. El médico inglés, William Harvey descubrió la circulación sanguínea y estableció las bases para la comprensión del sistema circulatorio, en pleno siglo XVII. Sin embargo, aún no se había desarrollado la capacidad de transfundir sangre entre individuos.
Fue hasta el siglo XIX que, James Blundell, un médico británico, llevó a cabo las primeras transfusiones exitosas de sangre humana en pacientes que sufrían hemorragias graves durante el parto. Estas transfusiones se realizaron directamente de un donante a un receptor, sin un almacenamiento previo.
Durante el siglo XX, en la Primera Guerra Mundial, durante la década de 1910, se hicieron esfuerzos significativos para establecer bancos de sangre móviles en el campo de batalla. Estos bancos de sangre permitieron almacenar la sangre y llevarla a los soldados heridos en el frente, lo que salvó muchas vidas.
Así mismo, en 1930, el científico austríaco Karl Landsteiner descubrió los diferentes grupos sanguíneos y desarrolló el sistema de clasificación ABO, que es esencial para garantizar transfusiones seguras. En 1940, se descubrió que la adición de citrato de sodio a la sangre evita su coagulación, lo que permitió el almacenamiento prolongado de sangre.
El primer banco de sangre se dio hasta 1941 en Estados Unidos, en el Hospital Cook County en Chicago. Otros países también comenzaron a establecer bancos de sangre en esta época; La Cruz Roja Americana de la Sangre (American Red Cross Blood Services) se creó en 1945 con la finalidad de coordinar y gestionar la donación de sangre a gran escala.
A partir de estos hitos, se han realizado avances significativos en la donación, el almacenamiento y la transfusión de sangre. En el presente, los bancos de sangre y los centros de donación de sangre son comunes en todo el mundo, y la donación de sangre se ha convertido en un proceso estandarizado y seguro para ayudar a pacientes que lo necesitan.
En la actualidad, la ciencia médica juega un papel fundamental en todo el proceso de donación de sangre; y es precisamente gracias a los avances científicos que han permitido el desarrollo de técnicas seguras y efectivas para la extracción, almacenamiento y transfusión de sangre. Los científicos han investigado y refinado los métodos para tipificar y clasificar la sangre, asegurando que los pacientes reciban los componentes sanguíneos adecuados para sus necesidades.
Además, la ciencia también ha contribuido a mejorar la seguridad de las donaciones de sangre. Se han desarrollado pruebas de detección de enfermedades transmitidas por la sangre, como el VIH, la hepatitis B y C, y otras infecciones, lo que garantiza la protección tanto de los donantes como de los receptores.
Asimismo, la investigación científica continúa avanzando en el campo de la medicina transfusional. Se estudian nuevas técnicas de conservación de la sangre, el desarrollo de sustitutos de la sangre y la mejora de los procedimientos de transfusión para reducir los efectos secundarios y maximizar los beneficios para los pacientes.
En conclusión, la ciencia y la historia son fundamentales en el contexto del Día Mundial del Donante de Sangre, ya que ambas contribuyen al desarrollo y mejora de las prácticas relacionadas con la donación, el procesamiento y la transfusión de sangre, lo que permite salvar vidas y mejorar la salud de las personas en todo el mundo.
Emilia Beltrán (Divulgación y difusión PCT-UAS)