Los desastres naturales que llegan a ocurrir tienen un impacto devastador, el desastre y caos que dejan a su paso trae consecuencias a corto, mediano y largo plazo; la pérdida de vidas, daños materiales y en ocasiones el completo paro del flujo económico de la zona afectada por día, son solo algunos ejemplos de ello.
De acuerdo con el estudio sobre el Impacto Socioeconómico de los Desastres en México en 2016 y 2017, los daños y pérdidas por los desastres naturales ocurridos ascendieron según estimaciones de los especialistas a 38 mil 500 millones de pesos.
Estados Unidos fue víctima en épocas recientes del devastador paso del huracán “harvey” que de acuerdo a un informe del servicio meteorológico Accuweather los daños ocasionados ascendieron a 290, 000 millones de dólares, equivalente a 1.5 puntos del Producto Interno Bruto (PIB) del país vecino.
Actualmente, el uso de la tecnología contra desastres se centra únicamente en una plena identificación de los lugares donde podría el huracán tocar tierra y la intensidad con la que podría hacerlo.
El monitoreo y seguimiento satelital son cruciales en esta labor, los satélites usan sensores que les permiten desde el espacio dar un seguimiento a las nubes visibles los patrones de circulación del aire, la lluvia, la velocidad del viento y las precipitaciones, además de sensores infrarrojos que ayudan a detectar las diferencias de temperatura en la tormenta y la altura a la que se encuentran las nubes.
Pero a pesar de los aviones caza tormentas, satélites, radares, barcos, boyas y todo el apoyo de instituciones y expertos, hasta el día de hoy resulta imposible saber con seguridad el trayecto de un huracán.
Muchos expertos afirman que los huracanes pueden cambiar su velocidad e intensidad de una manera que todavía la ciencia no logra comprender. Cuando se trata del clima, las variables en juego son tan numerosas y cambiantes que hablar de exactitud es prácticamente imposible, por más avanzados que estén los cálculos y las computadoras, comentó la unidad de meteorología de la BBC en una de sus investigaciones.
Innovación para prevenir el desastre
Predecir los fenómenos tropicales que se convertirán en huracanes y además poder descifrar con exactitud cuál es su ruta es el mayor desafío de la ciencia moderna, el plan de protección siempre ha consistido en lograr identificar la amenaza lo más temprano posible, entre más prematura sea su identificación menores serán los daños materiales y pérdidas humanas ocasionados, pero algunos expertos afirman que esto es casi imposible, nada puede preparar a la ciudadanía, su infraestructura y planeación ante un fenómeno de tal magnitud.
Evitar los huracanes o lograr que no se desarrollen nunca ha sido una opción para los expertos, ya que estos tienen efectos positivos en el planeta, debido a que son los encargados de proporcionar humedad a lugares del planeta que de otro modo serían zonas desérticas, también es gracias a los huracanes que se transporta el calor del ecuador a los polos, por lo que usar la tecnología para que no sucedan podría traer consecuencias aún más graves.
Los cambios necesarios para presentar una mejor cara a los desastres naturales pasar por muchos escalones, el más evidente sin duda es el estructural, las viviendas y edificaciones no están pensadas para soportar huracanes de gran poder, cimientos sólidos, ventanas anti-huracanes, reforzamiento de techos o puertas especializadas, son solo algunas ayudas posibles, una reingeniería podría ser una solución a la fractura estructural ocasionada por el paso de un huracán.
Pero no se tienen solamente problemas estructurales, la planificación urbana es en muchas ocasiones (especialmente en países tercermundistas) el que crea el mayor caos, zonas de viviendas en lugares vulnerables a huracanes e inundaciones, desagües deficientes, falta de suministro de agua o acceso a servicios de emergencia, un estudio exigente sobre el comportamiento del agua en modelos 3D podría ayudar mucho para hacer una correcta planificación.
El aprovechamiento de los huracanes es algo que recientemente se ha venido hablando por científicos y expertos, principalmente en el plano energético, un huracán funciona de manera similar a un motor térmico y su energía es equivalente a 10 mil bombas nucleares, según el laboratorio oceanográfico y meteorológico atlántico. Un huracán de mediana categoría puede llegar a producir el equivalente de energía cinética producida en la mitad del mundo, expertos han comenzado a idear planes de cómo aprovechar tal cantidad de energía, ideas como colocar generadores eólicos en las costas, que ayudarían a producir energía limpia durante un año, además de reducir el oleaje y la velocidad de los vientos.
Generadores eólicos instalados
El ingeniero Japonés Atsushi Shimizu creador de la empresa Challenergy, creó la primera turbina eólica para aprovechamiento de tifones. El país asiático es azotado por entre tres y siete tifones al año e importa el 80% de su energía, una sola de estas tormentas gracias al invento del japonés tendría el potencial de proveer a Japón de energías limpias por hasta 50 años.
En 2009 Stephen Salter con el apoyo de Bill Gates y Nathan Myhrvold patentó una idea que trata de “bajar” la intensidad de los huracanes, teniendo en cuenta que el combustible de los huracanes es el calor que se encuentra en los océanos, Salter piensa que una serie de piletones de 100 metros de diámetro aprovecharían el oleaje y lograrían empujar el agua más fría de la profundidad y enfriar así el agua que alimenta a los huracanes, para que esta idea funcione se tendrían que colocar los piletones en el llamado “pasillo de los huracanes” ( una zona que abarca del atlántico alrededor del ecuador, lugar donde se forman las tormentas de mayor categoría), esto haría que los huracanes reducirían su poder devastador.
Antes que cualquier movimiento tecnológico, debemos preguntarnos si hemos hecho todo lo posible para combatir y minimizar la creación de estos fenómenos, se estima que más del 30% del aumento de la intensidad de los huracanes es a causa del hombre y su economía de recursos no renovables, del crecimiento del efecto invernadero, la proliferación de ciudades en zonas costeras, la confiscación de tierras y ríos o la destrucción de manglares (barreras naturales contra inundaciones y huracanes).
Entender la relación entre nuestro irresponsable comportamiento ecológico y los huracanes, nos ayudaría a contrarrestar futuros desastres naturales.
Antonio Zamora (Comunicación y Difusión PIT-UAS)