Mientras más se acerca el mes de octubre, es necesario dedicar un tiempo para hablar del Premio Nobel, reconocimiento que se ha venido otorgando desde 1901, donde se reconoce a lo mejor en los campos de: Física, Química, Fisiología o Medicina, Literatura, Paz y Economía. Este año a pesar de la pandemia derivada de la COVID-19, también se destacarán los logros de los ganadores, sin embargo, será de una manera especial ya que la tradicional ceremonia fue cancelada y en su lugar se realizará una premiación televisada desde el ayuntamiento de Oslo.
En este miércoles de CTI, hablaremos del Premio Nobel 2019 en el rubro de la Química, donde se reconoció a John B. Goodenough, M. Stanley Whittingham y Akira Yoshino por el desarrollo de las baterías de iones de litio, uno de los inventos que a pesar de ser una tecnología que se desarrolló hace aproximadamente 50 años, continúa su investigación para innovar en la búsqueda de nuevas fuentes de energía portátil que puedan proporcionar mayor autonomía y una carga más veloz.
La evolución de esta tecnología ha sido magnífica, por tal motivo, el año pasado se premió a los tres investigadores:
- Whittingham fue quien inició esta investigación y desarrolló la primera batería de litio funcional en la década de los setenta, sin embargo, era demasiado explosiva y no podría ser viable.
- Goodenough se encargó de desarrollar baterías con mayor potencia.
- Yoshino fue el responsable de eliminar el litio puro de la batería, produciendo la primera batería de iones de litio factible para su comercialización en 1985.
Este desarrollo ha sido de gran ayuda para el medio ambiente, porque evitó el uso de los combustibles fósiles, debido a que las baterías aceptaban el almacenamiento de la energía eólica, solar y otras fuentes renovables.
A diferencia de los sistemas anteriores de almacenamiento de energía, las baterías de iones de litio no dependen de reacciones químicas que degradan los electrodos, al contrario, es necesario los iones de litio que van y vienen entre el ánodo y cátodo, y te da la oportunidad de que la batería sea cargada miles de veces sin dañar su rendimiento.
Esta tecnología tuvo repunte ante la crisis del petróleo, lo que generó que la ciencia se encargara de encontrar nuevas formas de energía sin combustibles fósiles. Desde hace algunos años, llegó para quedarse y prácticamente la encontramos en todos los aparatos electrónicos como: celulares, relojes inteligentes, tabletas electrónicas, entre otros.
Además de la infinidad de dispositivos electrónicos que cuentan con las baterías de iones de litio, esta tecnología ha llegado a la industria automotriz con la cual este invento hace posible que el medio de transporte almacene y distribuya la energía procedente de energías renovables, tanto solar como eólica.
A pesar de que algunas marcas automotrices ya han sacado algunos vehículos eléctricos, todavía tiene algunas limitantes en la batería, por lo que se está trabajando en las baterías de estado sólido con el objetivo de que se conviertan en una alternativa real a los modelos de combustión. Ante esto, la empresa Toyota ha estado trabajando en esta tecnología y tenía previsto que para los Juegos Olímpicos Tokio 2020 presentarían un prototipo de automóvil impulsado por estas baterías sólidas, veremos si ante la reprogramación de esta justa para 2021, Toyota lanza el prototipo.
Aun así, el vicepresidente ejecutivo de Toyoya, Keiji Kaita, comentó que para el año 2025 podría comenzar a producirse limitadamente. Con las baterías en estado sólido, se espera que carguen con mayor velocidad y sean más seguras.
Alfredo Careaga (Comunicación y difusión PIT-UAS)