El pasado 9 de noviembre recordamos el nacimiento de un importantísimo divulgador científico y astrónomo.
Nacido en Nueva York en 1934, Carl Edward Sagan vivió una vida “fuera de este mundo”. Se dedicó a la investigación del espacio y logró difundir gran parte de su trabajo como astrónomo en la seria televisiva “Cosmos”, que ha sido de gran popularidad hasta la fecha.
Un dato curioso es que le fue negado un puesto como profesor en la Universidad de Harvard y posteriormente en el Instituto Tecnológico de Massachussets. Finalmente logró ingresar a la Universidad de Cornell en 1968, donde permanecería hasta su muerte.
Tuvo una gran amistad con dos personajes relevantes de la ciencia ficción: Isaac Asimov y Arthur C. Clarke.
Sus logros fueron tan grandes como su trayectoria. Estudió en la Universidad de Chicago. Posteriormente formó parte de un grupo de la NASA (exobiología) dedicado a estudiar el espacio en búsqueda de vida extraterrestre (más bien vida inteligente). Trabajó en el programa SETI por sus siglas en inglés para “Búsqueda de Inteligencia Extraterreste” (Search for Extraterrestrial Intelligence). También fungió como consultor del gobierno en asuntos relevantes para la seguridad nacional y trabajó en proyectos militares secretos.
En torno a la vida y trayectoria de Carl Sagan han girado muchas posturas apoyando o desacreditando su trayectoria, o más bien el debate entre científicos y divulgadores de la ciencia y su importancia y popularidad en el ámbito. Sin embargo, este personaje conocido como un científico planetario, logró marcar la vida de muchas personas y lo sigue haciendo a través de su legado plasmado en libros, artículos y material audiovisual.
«La ciencia no es perfecta, con frecuencia se utiliza mal, no es más que una herramienta, pero es la mejor herramienta que tenemos, se corrige a sí misma, está siempre evolucionando y se puede aplicar a todo. Con esta herramienta conquistamos lo imposible».
Carl Sagan
Para finalizar con esta nota dedicada a tan famoso astro-físico, a continuación se agrega un extracto de su pensamiento.
Un punto azul pálido
Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. En el, todos los que amas, todos los que conoces, todos de los que alguna vez escuchaste, cada ser humano que ha existido, vivió su vida. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, niño esperanzado, inventor y explorador, cada maestro de la moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie, vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.
La Tierra es un escenario muy pequeño en la vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en su gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de una esquina del punto sobre los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de matarse los unos a los otros, cómo de fervientes son sus odios.
Nuestras posturas, nuestra importancia imaginaria, la ilusión de que ocupamos una posición privilegiada en el Universo… es desafiada por este punto de luz pálida.
Nuestro planeta es una solitaria mancha en la gran y envolvente penumbra cósmica. En nuestra oscuridad —en toda esta vastedad—, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. Dependemos sólo de nosotros mismos.
La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Asentarnos, aún no. Nos guste o no, por el momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos.
Se ha dicho que la astronomía es una formadora de humildad y carácter. Tal vez no hay mejor demostración de la locura de los conceptos humanos que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo.
Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos mejor los unos a los otros con más amabilidad y compasión, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que siempre hemos conocido.
“Un punto azul pálido: una visión del futuro humano en el espacio”. Carl Sagan, (1994).