Desde su concepción, los talleres de alta especialización, también conocidos como fab labs (del inglés fabrication laboratory) representan un gran logro en el impulso a la innovación tecnológica. Es indudable que la labor que los fab labs pretenden promover en el campo científico permite aumentar el nivel de competencias en distintos proyectos que combinen el buen desempeño y la creatividad.
En este sentido, lo primero sería preguntarse: ¿qué es un taller de alta especialización o fab lab? En principio, se puede entender como un espacio competente para la elaboración de prototipos innovadores que establezcan un futuro interés comercial o personal. Para esto, un taller de alta especialización necesita estar capacitado con distintas máquinas que ayuden en la concepción y consecuente producción de los modelos por desarrollar.
Equipos primordiales en un taller de alta especialización
Entre las diferentes unidades y maquinarias que conforman un taller de alta especialización, encontramos principalmente:
- Impresora 3D: es un dispositivo capacitado para la creación de piezas o modelos en tercera dimensión (3D) a partir de diseños hechos por computadora.
- Fresadora de precisión: es una máquina encargada de realizar cincelados sobre materiales metálicos.
- Cortadora láser: se utiliza para realizar variedad de incisiones a distintos materiales de mediana densidad.
- Plotter de vinilo: es un aparato que efectúa cortes y diseños en materiales elaborados principalmente a base de vinilo, un tipo de plástico de amplio uso industrial.
Así también, en un fab lab son necesarios distintos softwares de programación en computadoras que reciban instrucciones humanas y coordinen eficazmente el uso de la maquinaria.
Primeros atisbos de los talleres de alta especialización
El concepto esencial de los fab labs surge dentro del Instituto de Tecnología de Massachusetts (Massachusetts Institute of Technology, MIT) en el año 2001, bajo el padrinazgo de Neil Gershenfeld, , científico estadounidense, profesor titular y actual director del Centro para Bits y Átomos (Center for Bits and Atoms, CBA) de la misma institución. «Estamos justo al borde de esta revolución digital en la fabricación, donde los resultados de la computación programen el mundo físico», ha comentado. En otras palabras, el propósito cardinal de los fab labs reside en aplicar la tecnología digital en la elaboración de objetos físicos: transformar los bits en átomos. Esto determina favorablemente un nuevo camino en el devenir de la creación de productos personificados, atendiendo así, en primera instancia, la creatividad y el ejercicio lúdico de la ciencia.
De esta manera, el valioso fomento a la innovación que es inherente a la utilización de estos «laboratorios a pequeña escala» se entiende como una propicia inversión de papeles: el laboratorio pasa más a ser un taller técnico para alumnos y primerizos ejecutantes que un recinto sostenido en la erudición y la complejidad de los expertos; incluso, los fab labs pretenden funcionar desde una faceta microempresarial y ecológicamente sostenible, para así dejar de lado los daños de la contaminación ambiental y los peligros económicos de la sobreproducción propios de las grandes industrias. Por ende, Neil Gershenfeld ha argumentado en favor del concepto de los talleres de alta especialización: «El mercado actual se basa en inventar un producto y en producirlo en una fábrica. Nuestra filosofía es otra. Se trata de producir bajo demanda en laboratorios locales, independientemente de dónde se haya diseñado el producto».
Red de laboratorios: socialización para la innovación
Hábilmente, los fab labs que iniciaron en el MIT han mantenido su relevancia a nivel internacional a través de una accesible red de colaboración entre universidades y empresas de iniciativa privada. Así pues, mantienen presencia en regiones de los cinco continentes: en Estados Unidos funcionan 20 laboratorios de alta especialización, tenemos 30 en Hispanoamérica, hay 33 en Europa, 9 en Asia y 8 en África. La afortunada acreditación permite a la institución poseedora ampliar las relaciones con investigadores extranjeros, desarrollar proyectos en conjunto con otras instituciones y mantener contacto con diversas áreas de especialización en el campo de la innovación tecnológica.
Cabe también mencionar que en 2015, a través de una convocatoria para fomentar el desarrollo de prototipos innovadores mediante talleres de alta especialización, fab labs o maker spaces, el Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM) de México comenzó el registro de dichos organismos, como parte de la Red de Innovación, al amparo de la Red de Apoyo al Emprendedor. Año con año, el INADEM realiza la Semana Nacional del Emprendedor, multitudinario evento para propiciar redes de contactos profesionales que reúne a emprendedores y empresarios de micros, pequeñas, medianas empresas, ofrece conferencias, talleres, demostración de productos y foros abiertos a diversas industrias.
Utilidades de los fab labs
La escalonada apertura de los talleres de alta especialización responde a un amplio terreno laboral. Por lo tanto, este nuevo modelo productivo puede ser utilizado por científicos, arquitectos, ingenieros, diseñadores, artistas, entre otros profesionales. Hemos visto desde hace poco tiempo cómo los nuevos modelos de innovación buscan agrupar distintos campos de especialización en aras de desarrollar proyectos mejor elaborados: la faceta multidisciplinaria de los fab labs resuelve muchas inconsistencias de los viejos modos de fabricar objetos y hacer ciencia.
La forma personalizada de producción de los talleres de alta especialización fomenta un espacio donde las ideas concebidas se conviertan exitosamente en objetos, se materialicen. Desde hace pocos años, esta nueva concepción productiva ha reformulado las estrategias económicas dentro del mercado tecnológico: las puertas de la prosperidad han sido abiertas para los pequeños empresarios y fabricantes. De modo que, entre los distintos productos que pueden trabajarse dentro de un fab lab se encuentran dispositivos electrónicos, mercancías textiles y prototipos plásticos.
En conclusión, la favorable habilidad de trabajo y la amplitud de componentes puestos en juego dentro de un laboratorio de alta especialización persiguen un objetivo esencial: comenzar a innovar desde el pequeño espacio hasta alcanzar un horizonte universal y moderno.
Andrés Márquez (Comunicación y Difusión, PIT-UAS).